El exceso de azúcar en la dieta es culpable de muchos de los males que nos acechan, pero hasta ahora no tenía la responsabilidad de influir directamente en la salud cardiovascular. La culpa receía en las grasas. ¿Y si resulta que el consumo de azúcar tiene más peso en la salud de nuestro corazón de lo que suponíamos? ¿Y si la industria alimentaria, que lo utiliza como ingrediente en muchas de sus formulaciones, tapó o tergiversó el resultado de estudios científicos que responsabilizaban a este nutriente de perjudicar nuestra salud cardiovascular? Hay que leer este artículo del New York Times al respecto del tema.
La revista científica JAMA Internal Medicine ha publicado recientemente un artículo en el que se analiza la influencia de los patrocinadores de los estudios de nutrición en los resultados que se publican. Hay que tener en cuenta que las recomendaciones nutricionales que dan los organismos de salud pública se pueden basar en trabajos de este tipo.
La Dra. Marion Nestle, de la Universidad de Nueva York, a la que tuve el placer de entrevistar en este mismo blog, ha publicado en JAMA un artículo donde habla del anterior trabajo, y profundiza sobre la influencia que ejerce la industria alimentaria al financiar la investigación en nutrición, haciendo un análisis de como la historia de esta relación puede condicionar los actuales debates en nutrición.
En dicho artículo, la Dra. Marion Nestle nos explica cosas tan sumamente interesantes como las siguientes:
- «La investigación nutricional patrocinada por la industria, al igual que la investigación patrocinada por las industrias del tabaco, la química y la farmacéutica, casi invariablemente produce resultados que confirman los beneficios o la falta de daño de los productos del patrocinador, incluso cuando la investigación patrocinada independientemente llega a conclusiones opuestas».
- «Aunque los estudios (en los años cincuenta y sesenta) indicaron una relación entre las dietas con alto contenido de azúcar y el riesgo de cardiopatía coronaria, la asociación azucarera prefirió que los científicos y los encargados de formular políticas se concentraran en el papel de la grasa y el colesterol en la dieta. La asociación pagó el equivalente a más de $ 48 000 en dólares de hoy a 3 profesores de nutrición -en Harvard no menos- para publicar una revisión de la investigación que refutaría la evidencia que relaciona los azúcares con la enfermedad coronaria».
- «Para minimizar la asociación con el azúcar, los autores parecen no haber seguido la evidencia de los datos existentes. A pesar de haber publicado previamente estudios que relacionan las grasas y los azúcares con el riesgo de cardiopatía coronaria, su revisión dio mucho más credibilidad a los estudios que implican la grasa saturada que a los que implican azúcares».
- «La ciencia no debe funcionar de esta manera. Parce que esta revisión sea más un convenio de relaciones públicas que ciencia».
- «Este incidente de hace 50 años puede parecer historia antigua, pero es bastante relevante. Es importante porque responde a algunas preguntas relacionadas con la actualidad. ¿Es cierto que las empresas alimentarias deliberadamente se propusieron manipular la investigación a su favor? Sí, lo es, y esa práctica continúa».
- «En 2015, el New York Times obtuvo correos electrónicos revelando la relación de Coca-Cola con investigadores patrocinados que estaban realizando estudios dirigidos a minimizar los efectos de las bebidas azucaradas sobre la obesidad. Recientemente, la Associated Press obtuvo correos electrónicos mostrando cómo una asociación comercial de dulces financió e influyó en los estudios para demostrar que los niños que comen dulces tienen pesos corporales más saludables que aquellos que no lo hacen. Los resultados de estos estudios tienen implicaciones obvias para la salud pública».
- «El patrocinio de las empresas alimentarias, manipulado o no intencionalmente, socava la confianza del público en la ciencia de la nutrición, contribuye a la confusión pública sobre lo que se come y compromete las pautas dietéticas de una manera que no beneficia a la salud pública».
- «Los autores de la revisión de JAMA Internal Medicine instan a los políticos a ver los estudios financiados por la industria con cierto escepticismo. Se trata de un excelente consejo. La divulgación de las fuentes de financiación ayuda, pero no es suficiente para abordar los conflictos potenciales que pueden ocurrir con dicha financiación. Estos autores han hecho de la comunidad de las ciencias de la nutrición un gran servicio público al destapar este ejemplo histórico. Que sirva como advertencia no sólo para los responsables de la formulación de políticas, sino también para los investigadores, los clínicos, los revisores de artículos, los editores de revistas y los periodistas de la necesidad de considerar el daño a la credibilidad científica y la salud pública cuando se trata de estudios financiados por empresas alimentarias con intereses creados en los resultados. Hay que encontrar mejores formas de financiar tales estudios y prevenir, divulgar y manejar intereses potencialmente conflictivos».
La industria alimentaria existe para crear riqueza en base a cubrir la necesidad que tienen las personas de alimentarse. Y muy lícitamente, utiliza a la ciencia para este fin. De hecho, los principales avances en nutrición y su aplicación, muy probablemente no hubieran sido posibles sin que esta estrecha relación existiera. Pero no se debe permitir la manipulación y perversión de dicha relación.
Igual que existe el principio político de la separación de poderes (legislativo, judicial y ejecutivo) y su trabajo debe ser independiente, pero necesitan relacionarse entre sí por el bien de la comunidad, la ciencia de la nutrición y la industria también deberían regirse por un principo similar. Para ello es necesario establecer suficientes mecanismos de control, y la transparencia en la relación entre ambas debe ser máxima.