Acorar, sacar el corazón

Acorar es una representación de la vida y la muerte alrededor del cerdo, un animal cuyo nombre usamos como sinónimo de suciedad y descuido, incluso como insulto o como palabra definitoria de algo soez, pero al que estamos muy íntimamente ligados. Un animal que, antiguamente, constituía la esencia de la despensa de los agricultores mallorquines. Hombre y cerdo somos mamíferos, omnívoros y sociales. De eso trata la obra de teatro Acorar, de identidad, de comer y de tribu. Es una metáfora de nuestra existencia. O quizás no tanto una metáfora como una realidad plausible, explicada desde un punto de vista muy particular.

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Llull, March, Barceló, Oliver, Nadal…, y  Gomila. Acorar.

El verbo acorar significa aniquilar, matar, quitar la vida de un animal. Y probablemente, en origen, sacar el corazón, aquello interno que nos da la vida. El acorador es el cuchillo que se usa para degollar al animal. Acorador también se refiere al matadero, el lugar donde se sacrifican y se despiezan los animales cuya carne utilizamos para comer. Para alimentarnos con ella, excepto si eres vegetariano o vegano, que profesas alguna religión cuyo dogma te prohíba su consumo o que simplemente no te guste o apetezca comerlo.

En la isla de Mallorca, como en muchos lugares, el cerdo era criado por la familia para su sacrificio y aprovechamiento alimentario. La matanza del cerdo (la matança del porc) es un acto social y festivo, donde después de sacrificar al animal se prepara su carne y vísceras para el consumo inmediato, se procesa para elaborar embutido, o se prepara para su posterior conservación (adobo, salmuera, fritura…). En el transcurso de los años se ha generado un ritual entorno a la matanza, con un contenido de gran carga simbólica.

En la actualidad, la matanza es un acontecimiento bastante residual. Y políticamente incorrecto. Para muchos puede representar un acto de salvajismo con nuestros animales. Toni Gomila opina que el mundo Disney en el que vivimos no está preparado para estas cosas y que las censura sin entender demasiado su significado. Opino lo mismo. Pero la gran mayoría de los «anti crueldad con los animales» siguen comiendo carne. Yo también.

La matanza era una gran fiesta, un acto social de máxima relevancia, incluso más que la Navidad. Como en todos los acontecimientos sociales importantes, los alimentos y sus preparaciones adquieren un gran protagonismo. Se desayuna, se almuerza y se cena. Las tareas de procesar la carne del cerdo duran todo el día, y son físicamente exigentes. El menú es contundente y abundante.

Toni Gomila es un actor y autor nacido en Manacor (Mallorca), que entiende la cultura como algo popular. Le gusta la cultura más accesible: de la familia, de la gente que se cruza por la calle o se toma un carajillo en el bar. Un día decidió escribir Acorar, un texto hecho a su propia medida, en el que se representa a sí mismo y a su entorno. Explica uno de los actos sociales con más arraigo en su entorno familiar y social: la matança.

Acorar es un monólogo cargado de hiel y miel, de preguntas y respuestas, que habla sobre el momento en el que vivimos, sobre el pasado y el futuro, sobre el individuo y sobre la tribu, sobre la identidad, la religión, la modernidad y la tradición, sobre política, sobre dependencia e independencia. Acorar es una disección pura y dura, de poco más de 50 minutos, que expone las vísceras de una sociedad un tanto perdida, para que cada espectador haga su propia interpretación. Acorar muestra quién y cómo somos. El tono irónico y mordaz de la obra, incluso la comicidad de algún pasaje, permite tratar temas delicados sin herir demasiadas susceptibilidades.

Quedo con Toni para tomar un café. Después de asistir a la representación de Acorar quería hablar con él, tranquilamente, para conocerle personalmente y que me explicara cosas. Quedamos a las 10 de la mañana delante de La Seca, el teatro donde se representa la obra.  Pero Toni necesita un lugar abierto, que corra el aire, y no la cafetería cerrada de un teatro, en una calle angosta del Born. Vamos a la búsqueda de una terraza que nos agrade a los dos  para dialogar. No tardamos en encontrarla. Nos sentamos y pedimos sendos cafés.

Me explica que la idea de Acorar le surgió a raíz de una crisis alimentaria ocurrida en Mallorca en el año 1998, en la que las sobresadas se volvieron blancas a la semana de su fabricación. Perdienderon el color rojo intenso característico que les aporta el pimentón, palidecieron perdiendo su identidad, debido a la adulteración de dicho condimento, usado como ingrediente en la elaboración del embutido. La explicación dada fue que, al pimentón en polvo utilizado, cuya venta y distribución manejaba un único mayorista, se le extrajo una de las sustancias colorantes que lo compone para así poder venderse por separado (su precio es bastante elevado), sustituyéndose por otra sustancia que produjo una reacción no esperada.

Ese hecho, a parte de representar un problema económico para muchas familias que elaboraban y vendían sobrasada, supuso un auténtico trauma social, una ruptura con la tradición. Las cosas, que se habían hecho de una manera determinada e incuestionable durante cientos de años, tenían que cambiar.Ahora se tenía que incorporar un antioxidante artificial, obtenido a partir del petróleo, el E-321, (BHT o hidroxitolueno butilado). Se tenía que añadir mestrança (aquello que se añade a algo para que parezca mejor, pero que en realidad no lo hace mejor), se tenía que adulterar la sobrasada más tradicional. Aunque la ley lo autorizara.

«Mi padre me decía: -no tenéis que comer basura, tenéis que comer bien: nosotros nos cultivamos todo, nos criamos los animales- y ahora, su generación, debía decidir si ponía E-321 en la sobrasada», dice Toni mientras remueve su café con leche tras haber añadido un sobre de azúcar.

«No mos fa por sa química: tot és química; mos fa por s’artifici. No mos fa por sa indústria: tot ho és, indústria; mos fa por sa impersonalitat, s’anonimat, ses multituds».

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En esta época nuestra, hay cierta animadversión por la modernidad. Reflexionemos: la mayoría de nosotros estamos atados al teléfono móvil. Y encantados de lo útil que es. Pero transgénicos, aditivos, industria… La neofobia alimentaria es un hecho, se nos apodera. Aceptamos la modernidad en muchos aspectos de nuestra vida, pero en los alimentos nos cuesta más. Aunque los McDonals estén siempre llenos. Una incongruencia, ¿verdad?


Sobrasada, la mantança, fiesta gastronómica, alimentación

«Sa sobrasada corr -alegre, animada, viva- per dins un budell i un altre… Un fetge majúscul s’estén, ufanós, damunt sa taula. Reciclatge de pots i llaunes saünyen saïm… saïm de caldera! Luxe d’antany, colesterol d’avui. Qualque dia reconeixerem es nostres gustos pecaminosos?

Ribellades d’arròs brut, aguiat de pilotes, llesques de pa a voler, ensaïmades, suspiros, orellanes, meló tardà, dolç de moniato, vi, herbes, conyac, cacauets, bessons d’ametla, d’avellana i s’alegria d’una conversa mil vegades repetida i altre tantes enyorada…».

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Comer grasa animal (saïm, manteca), nutricionalmente es una buena forma de conseguir energía para nuestro organismo. Para almacenarla o utilizarla poco a poco. Cuesta de digerir. Cuando nuestra alimentación no era tan abundante ni calórica, tenía mucho sentido. Hoy día comsumir alimentos grasos es dietéticamente reprobable (menos algunas excepcione y en cantidades moderadas). Es pecaminoso. Apliquemos este cambio conceptual a muchas de las costumbres que tenían sentido antiguamente pero ahora no la tienen. O hagamos el ejercicio al revés: conductas actuales que antiguamente no tenían sentido.

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Toni Gomila en plena faena, enfundado en un mono, pero sin katiuskas. Alta sobriedad escénica. Acorar.

Toni dice: «Yo en mi casa me preparo un plato único, un poco completo, y ya tengo suficiente, casi ni como postre. Cuando vivía con mis padres o cuando voy a visitarles, siempre hay un primero (sopa, arroz…), un segundo (un bistec o un pescado) y un postre dulce. ¿De dónde debe venir la costumbre de los 3 platos?». Muchos de los hijos de la generación de la postguerra, dónde se paso hambre , nos hemos criado en la opulencia alimentaria. Comemos muy opíparamente como acto reflejo de las necesidades que pasaron nuestros padres. Aunque las  generaciones posteriores, nuestros hijos, tienen o tendrán otros problemas derivados de una alimentación inadecuada, probablemente del exceso.

Me explica «La gente de mi generación se hace unas estupendas ensaladas con tofu, seitán o productos similares. Cuando voy a comer a sus casas, después de mi discurso identitario…, què putes faig amb menjar japonés? (risas). Yo mismo, ahora en verano me hago una ensalada de pulpo, con lentejas, salsa vinagreta y encurtidos. El pulpo no lo hemos comido nunca en Mallorca. Siempre ha vivido de espaldas al mar. En la cocina popular abunda el bacalao, pero no el pescado fresco. Muestra de este hecho -me explica Toni- es que las familias, cuando repartían las tierras en las herencias, asignaban a los hijos «tontos» las tierras más cercanas al mar, ciertamente infravaloradas: rocosas, incultivables, solo se podían criar cabras o recolectar hinojo marino».


Sobre identidad, sobre lenguaje

«De ses coses permanents, de ses que transcendeixen es nostro efímer pas per sa vida, no els interessa res, ni es seu non. I amb un genèric l’humilien. No destrien pomeres, pereres, cireres, alzines ni oms: només diuen arbres.

Ses paraules diuen qui som, com vivim, què valoram i què menypream. Expliquen es nostro  món i sa nostra esquizofrènia; mos expliquen, a noltros. I si canviam de paraules canviam de món. I el món, per bé o per mal, sempre canvia, i els forts guayen. I si amb una debilitat covarda descuidam es mots… cuan more es mots moren es conceptos. I llavors sa vida seguirá, silvestre i anónima, o morirá, com moren es pobles si moren ses parrales. És sa paraula s’anima d’un poble…».

Acorar

Las palabras nos permiten elaborar y organizar nuestros pensamientos: para hacer ciencia, arte, gastronomía, comunicar sentimientos…, necesitamos de ellas. Nos permiten relacionarnos con nuestro entorno y entenderlo. Gracias a ellas podemos transmitir lo que aprendemos, a través del habla, de la escritura, de los signos o de los símbolos.

Sin palabras no hay cultura. Y hablo de CULTURA, en mayúsculas. No solo de la académica o elitista, la que es incomprensible e inútil para una parte importante de la población. Hablo de la CULTURA que nos pertenece a todos, que nos impregna a cada uno de nosotros, de la popular…., de la «cultureta«.

Hay personas que menosprecian el lenguaje, que no lo cuidan. No se quieren a si mismos. Y las peronas que menosprecian el lenguaje de los demás, tampoco se respetan, aunque a ellos les parezca que sí. Deberían ver Acorar. Y los que amamos el lenguaje y la cultura, obviamente también deberíamos fluir con la obra de Toni Gomila.

Las palabras, ni sobran, ni faltan. Creo que Joan Miquel Oliver (Antònia Font) lo explica muy bien en esta canción.

«El discurso del pueblo es el discurso real. Me agradan las conversaciones de bar. Son más interesantes que las del Liceu…, aunque también me gusta saber cómo se mueven los hilos del poder», dice Toni Gomila. Cierto.

Acorar. Me gusta.

 

  1. Andreu

    Jo soc mallorquí que visc a Barcelona (l´hivern, estiu a Mallorca).
    Fa un parell d´anys que vaig veure Acorar i em va impactar. Un amic m´ha fet arribar aquesta crítica/dissecciò i ..tambè m´ha impactat. M´assombra que estigui escrita per un no mallorquí. La forma d´entendre i endinsar-se dins «lo» mallorquí : l´idioma, les matances, sa sobrasada blanca! (men record perfectament), tota les descripcions vistes per un NO ciutadá senzillament magnifiques i creibles. L´enorabona!,

    Le gusta a 1 persona

    • Andreu, m’has alegrat la tarda! Sóc català i m’encanta el que dius. I quan vaig veure Acorar em vaig sentir molt mallorquí. És la gràcia del teatre o del cinema, et projectes amb el que veus a l’escenari o la pantalla. A banda de que escric millor en castellà que en català (sóc fill de valencians forasterparlants i la meva llengua materna és el castellà) vaig redactar el post en castellà al pensar que seria bó que aquesta obra arribés al reste de l’estat, o el coneixement de la seva existència, per tal que la gent entengués qué és aixó de la identitat idiomàtica i cultural, emocional, més enllà de la política. En aquests últims temps no he trobat cap discurs més realista i clarificador que el del Gomila. Bravo i felicitats, mallorquíns!

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      • Andreu

        Bones Alex, bè dir-te qye estic content d´haver-te alegrat la tarda.
        El teu article me´l va enviar el bon amic Johnny Caragol que sembla que també ho es teu.
        Jo trob que tant el castellà com el català l´escrius molt bé. «Ya quisiera yo» :).
        Segons em diu el Johnny una altre de les teves habilitats son els «nòrdics». Fà temps que tinc curiossitat d´atacar-los peró no se ben bè com. Si et sembla, passat l´estiu (jo torno a Barcelona a mig setembre) podem parlar de quedar per enfocar-ho.
        Jo puc dir que camin molt (ahir i avui he fet uns 17 kms cada día) i cada vegada hi estic mès enganxat.
        En quan al Toni Gomila, no se si saps que a Catalunya ja es pot veure IB3 (la cadena balear) doncs em sembla que al menys un cop per semana fà un programa que es titula «Això es mel» i es prou interessant i divertit. Clar, a mi, m´es molt familiar i proper. Tal vegada l ´hi sobra una mica de folklorisme..
        Bè, Alex, bon estiu i fins aviat!.
        Andreu Bennassar

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      • Vaig conèixer el programa d'»Això és mel» gràcies al propi Toni. És ben curiós. I el toque folkloric és molt interessant. He vist uns quants capítols. Merci.
        Després de vacances parlem del nòrdic, i tant.
        Bon estiu, Andreu caminador!

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