Existe la costumbre en ciertos deportes (rugby, waterpolo,…) de que, tras un partido, los equipos contrincantes se tomen unas cervezas en absoluta harmonia. A este encuentro de cordialidad se le llama el tercer tiempo. Las asperezas y rivalidades se liman en el terreno de juego. Fuera de él podemos ser incluso amigos. A partir de ahora, esta buena costumbre ya tiene una justificación científica, y no solo social y amistosa.
Tras un ejercicio físico prolongado, la cerveza es una bebida que por su composición favorece la rehidratación. Y dado su contenido en polifenoles, tiene efectos antioxidantes y antiinflamatorios en el organismo. Incluso favorece que los niveles de HDL (el colesterol bueno) aumenten. Pero, indiscutiblemente, el proceso de rehidratación tras el esfuerzo es mucho más adecuado y efectivo con el consumo de agua o una bebida de base isotónica. La cerveza hay que dejarla para después!
Pero no olvidemos que es una bebida alcohólica, con un contenido en alcohol de 4 a 5º, y que hay que consumirla con mucha moderación. Y si tenemos mucha, mucha sed, la opción de la cerveza sin alcohol es muy apropiada. Y más si después tenemos que conducir un vehículo.
Os imagináis a toda esta buena gente, the All Blacks, la selección de rugby de Nueva Zelanda, bebiendo amigablemente una cerveza con los componentes del equipo contrincante? Yo sí. El deporte tiene eso. La competitividad, en el terreno de juego. Fuera del terreno, buen rollo!
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¡Salud!