Está claro que el consumo de alimentos más saludables mejora nuestra dieta, y por ende nuestra salud. Pero, a parte de tener un buen conocimiento dietético y alimentario, ¿cómo podemos identificar estos productos?
CLYMBOL es un proyecto internacional, financiado por la Comisión Europea, que investiga cuál es la influencia de los símbolos y las declaraciones de propiedades saludables en los consumidores.
Según se explica en las conclusiones del estudio, recientemente publicadas, el consumidor prefiere las declaraciones breves y comprensibles antes que los “incomprensibles” mensajes científicos. Y si la declaración conecta con su situación personal, mejor.
Uno de cada cuatro productos que compramos en el supermercado tiene al menos una declaración, siendo más de la mitad de tipo nutricional, un tercio de tipo saludable y una pequeña parte relacionadas con la salud de los ingredientes.
1 de cada 4 productos del supermercado hace constar en su etiquetado al menos una declaración, de las que:
- Declaraciones nutricionales (64%): afirman, sugieren o dan a entender que un alimento posee propiedades nutricionales específicas, p. ej., «bajo contenido de grasa»
- Declaraciones de propiedades saludables (29%): afirman, sugieren o dan a entender que existe una relación entre un ingrediente y la salud, p. ej., «contiene calcio, necesario para el crecimiento de los huesos»
- Declaraciones relacionadas con la salud de los ingredientes (6%): se refieren a sustancias presentes en un alimento que no son nutrientes pero que pueden tener efectos nutricionales o fisiológicos, p. ej., «contiene una de las cinco raciones diarias recomendadas»
Las personas que adquieren alimentos con declaraciones suelen tener un objetivo de compra relacionado con su salud. Si deseo que mis huesos estén sanos (por enfermedad o por prevención) compraré productos en los que se haga mención de su beneficio sobre la salud ósea.
Las declaraciones pueden hacerse mediante texto, o mediante la inclusión de imágenes alusivas a las declaraciones.
Eye-Tracking: se trata de una técnica que permite medir la posición y el movimiento del ojo mediante el uso de unas gafas que registran estos parámetros. Analizando nuestro comportamiento visual (mucho más inconsciente de lo que pensamos) y de otros aspectos adicionales, se pueden extraer conclusiones de qué es lo que nos llama más la atención de un lineal de alimentos. Este registro se hace en un supermercado real, en un acto de compra real. Las conclusiones del estudio fueron que en la compra, cuando existe un objetivo en salud, los mensajes por escrito de las declaraciones de salud fijan más la atención y tienen un peso mucho más definitivo que las imágenes. Primero se lee el texto y después se mira la imagen.
Se muestra mayor interés por un producto cuando la declaración concreta o especifica más su objetivo que si se generaliza.
Cuando se trata de elegir alimentos ¿hacemos lo que decimos que haremos? En general sí. Hay coherencia entre lo que pensamos, decimos que haremos y lo que hacemos en realidad. Las personas que ya muestran interés por el consumo de alimentos saludables son consecuentes con su línea de pensamiento. En personas con un IMC que les sitúa en sobrepeso u obesidad sucede lo mismo. Es importante trabajar en la línea de sensibilización y mejora de actitudes frente a los alimentos saludables para que cada vez más, la población opte por consumir productos saludables.
Fuente EUFIC, El papel de los símbolos y las declaraciones de propiedades saludables en el comportamiento del consumidor