Leía en The Guardian el artículo Could you stomach Huel, the food of the future? (¿Podrías tolerar Huel, la comida del futuro?) sobre la existencia de un producto dietético que pretende ser un alimento completo, un alimento “total” con el que pueda vivir perfectamente un ser humano. Solo de él. Huel es su nombre, derivado de human y de fuel. Parece ser que está formulado para cubrir todos los requerimientos nutricionales. Me he extasiado al leerlo. Aunque en realidad, tampoco es algo tan novedoso.

Huel, human fuel, ¿el no va más de la nutrición humana?. The Guardian.
Personas enfermas, con poca o nula capacidad para comer, se nutren con preparados alimenticios por vía enteral. Mediante una sonda que les procura alimento desde una botella o bolsa hasta su estómago. O por vía parenteral, cuando la función digestiva esta demasiado comprometida, en la que una mezcla de suero fisiológico con glucosa, aminoácidos, minerales y vitaminas diversas se vierten directamente en el torrente sanguíneo a través de una cánula que atraviesa la piel y se introduce en vena. Suerte de estos dos procedimientos y sus preparados para alimentar y nutrir a quienes así lo requieren.
Después están los preparados que complementan una ingesta insuficiente de alimento o algún posible déficit nutricional, debido a una mala absorción o disfunción digestiva o metabólica.
Ahora llega la oportunidad para las personas sanas y despreocupadas. ¿Para qué romperse la cabeza en qué comer, en elegir alimentos, cocinar o conservar preparaciones, si disponemos de un estupendo preparado en polvo que, debidamente mezclado con agua, se constituye como una perfecta solución capaz de nutrirnos?
Los alimentos son entidades químicas complejísimas que contienen nutrientes y otras sustancias no nutritivas que, una vez ingeridos, interaccionan entre sí. En un preparado alimenticio elaborado a partir de nutrientes aislados, o de materias primas altamente procesadas, no sé sí se dan las mismas oportunidades de interacción ni si proporciona el mismo efecto en nuestro organismo.
Tengo un buen amigo, químico y músico, que defiende la idea de que más tarde o temprano llegaremos a vivir en la hegemonía de los batidos nutricionales. ¿Para qué perder el tiempo en cocinar e ir a comprar alimentos? Pero Jordi disfruta de comerse un buen arroz como el que más. Le hago la broma de que un batido de paella podría ser el producto estrella: carbohidratos, proteína y grasa, vitaminas, minerales y fibra. Y con un poco de aroma de romero y de humo de leña de naranjo, en su versión más auténtica y campestre. Sin lactosa y gluten free. Sin querer, le estoy dando la razón.

Mi reino por una paella.
En la terminología de los planes de adelgazamiento se utiliza el concepto “sustitutivo de comida». Barritas, batidos y todo tipo de productos. Hay un sector de la industria alimentaria y dietética que ha visto aquí un buen nicho de mercado. Hay una necesidad y se cubre. Perder peso es una cuestión nada baladí para nuestra sociedad, por salud o por imagen corporal. En ocasiones, este último objetivo también puede condicionar la salud si se vuelve obsesivo.
Fijémonos que en el transcurso de nuestra vida, podemos pasar de los preparados de leche en polvo maternizada a los potitos, a los sustitutivos de comidas y suplementos dietéticos de todo tipo (la dietética deportiva es interesantísima) hasta llegar a los preparados que casi hacen rejuvenecer a las personas mayores. Y si enfermáramos, como sería normal en nuestro devenir vital, el abanico de posibilidades para consumir este tipo de productos se hace aún mucho más amplio.
La industria farmacéutica, dietética y alimentaria cada vez están más próximas entre sí. Trabajan en el diseño de nuevos productos, encaminados a cubrir necesidades de la población. A veces de una forma un poco forzada, todo sea dicho.
Las mentes que diseñan estos productos están descuidando que los alimentos también nos nutren el alma, entendida como una parte de nuestro ser que nos hace ser conscientes de nosotros mismos y de nuestro entorno, más allá de la percepción sensorial y cognitiva. Es algo más profundo. Permitidme filosofar. Consideremos el alma como un conjunto de pensamientos que, a través de la cultura, el subconsciente y los instintos más primarios, nos permite interpretar nuestro mundo y sobrevivir en él. Un alma más consciente, en ocasiones racional, que mística. Ahora estoy dando ideas a los creadores de tendencias alimentarias. Se acabó el concepto de alimento natural para acercarnos a nosotros mismos, a lo auténtico, a “lo nostro” (me encanta la expresión), tal como dicen en Mallorca. Podíamos hablar de alimentos o comida que nos nutren el alma, que más allá de cubrir nuestras perentorias necesidades biológicas nos dicen cosas y nos dan sentido.
¿Qué tal alimentos animistas? O mejor no, suena a secta, no sé si me gusta. Dejémoslo en «simples alimentos«. Son que conforman nuestra comida y nos nutren. Por favor, interioricemos el concepto y hagámonos con la exclusividad de su uso. Y los hacedores de toda la retahíla de sucedáneos y nuevas creaciones nutricionales, que se esfuercen por buscar nombres que los definan. Sin confundir al consumidor, por favor.
Los alimentos nutren, son cultura y tienen su significado. Nos alimentan el alma. Creo que, más allá de la nutrición, somos también lo que nuestros alimentos significan para nosotros y no solo la compleja química que los configura.
Espero que de aquí a unos años, cuando ya sea susceptible de consumir productos diseñados para rejuvenecer y resistir las exigencias de una vida casi de adolescente (la publicidad así lo sugiere) poder seguir pensando en que menuda tontería es eso de Huel.

Hay personas que lo tienen muy claro con eso de nutrirnos sin comer @ToniMassanes