«La diabetes no puede ser un motivo para no hacer y ser lo que desees, y no hay que rendirse». Todo el mundo sabe que la música expresa y genera emociones. ¿Por qué no una ópera que hable de la diabetes y de la vida? Mediante la emoción musical podemos entender mejor qué siente una persona diabética y cómo afronta su enfermedad.
La straordinaria vita di Sugar Blood es una ópera compuesta por Alberto Garcia Demestres, y co-escrita por él mismo junto a Cristina Pavarotti. El 20 de julio se estrena, en forma de concierto, en el Festival del Castell de Peralada, Junto a un reparto de grandes voces, el coro Vivaldi-IPSI, dirigido por Òscar Boada, aportará la calidez de sus voces blancas a la obra.
La protagonista de la ópera es una adolescente de 14 años, Sugar Blood, aglutina las características de las chica de su edad: «risueña, simpática, divertida, sensible, intrépida, muy curiosa, de imaginación desbordante, algo pilla, cautivadora, soñadora, solidaria, responsable, optimista, estudiosa, amorosa, generosa…», todo eso dice en su reseña. Le encantaría llegar a ser cocinera y abrir restaurantes de «cocina sana, creativa, apetitosa y sostenible», donde puedan comer sin problemas y disfrutar las personas diabéticas y todos aquellos que lo deseen.
La vida no es un camino de rosas, ni siquiera para Sugar Blood. Sufre su primer desengaño amoroso. Pero como gran heroína que es, se sobrepone. Tener una vida complicada no le impide llevar siempre una sonrisa en los labios. La gran hazaña de Sugar Blood es llegar a transformar la dificultad en algo positivo.
La música es un excelente vehículo de comunicación. La ópera es (que me perdonen los entendidos y apasionados melómanos operísticos) una mezcolanza entre teatro y música. La vida, las pasiones, el miedo, la angustia, el amor y el sexo, el poder…, de eso trata la ópera. La música, en general, se introduce tanto en nuestro cerebro, que es uno de los últimos recuerdos en borrarse de un enfermo de Alzheimer. Es muy significativa la importancia de la música en nuestras mentes, en nuestras emociones.
Cristina Pavarotti, libretista
Cristina Pavarotti habla de la protagonista, Sugar Blood, como de una niña real, con una gran imaginación y capacidad de soñar, de una auténtica heroína en los tiempos que corren.
Creo que la emoción musical puede alterar el equilibrio hormonal. La hija de Luciano Pavarotti me dice que escuchar cantar a su padre «Nessun dorma» da bienestar al alma, y lo que va bien para el alma, también es bueno para el cuerpo.
Luciano Pavarotti era diabético, y Cristina, como hija de una persona con dicha enfermedad, está muy familiarizada con el control alimentario. Igual que pasa con la diabetes, considera que la nutrición es una de los cuidados básicos a prestar en muchas enfermedades.
Le pregunto a Cristina por la naturalidad de los niños al tratar de su propia enfermedad o de otras personas: «no sé, creo que son más libres, o al menos más directos, sin falsas compasiones. Aunque a veces pueden rayar en la crueldad sin darse cuenta».
A Cristina Pavarotti le pido que dé un consejo a los diabéticos. Me dice que, sin ser diabética ni médico, lo más importante es saber escucharse a uno mismo y quererse.

Cristina Pavarotti (escritora) y Alberto García Demestres (compositor) han hilvanado juntos la ópera La straordinaria vita di Sugar Blood. Foto de @May Zircus
Alberto Garcia Demestres, compositor y libretista. Tiene diabetes
Cantar ópera no está al alcance de todo el mundo. Una excelente técnica, una emoción bien conducida, acompañadas de otras tantas cualidades hacen que cada experiencia de ópera sea única.
Me explica que cuando le diagnosticaron diabetes se sintió desatendido. No encontró el personal sanitario adecuado (una dietista-nutricionista, etc…) que le ayudara emocionalmente a superar la modificación necesaria de sus hábitos de vida, absolutamente inadecuados, y que le hiciese entender lo necesario y serio que era cambiarlos. Alberto comprende que la crisis económica ha afectado al sistema sanitario, pero echa en falta que no se ponga a disposición de todos las personas afectadas de diabetes la tecnología que ya existe y que puede llevar a comprender y conocer mejor la enfermedad y a aprender de las reacciones del cuerpo. «Cuando en el ambulatorio me han negado agujas o tiras reactivas, microinfusores (bombas de insulina) o sensores, etc… que no podía pagar, me he sentido un diabético de segunda», dice Alberto.
Es muy curioso que la primera persona que sospechó que Alberto pudiera ser diabético fue Cristina Pavarotti, ya hace muchos años. La sensibilidad y el conocimiento hacia la diabetes que tiene la hija de un enfermo fue lo que le ayudo a reconocer los signos de su enfermedad y le empujó a ir al médico a hacer un correcto diagnóstico.
Alberto aconseja a los diabéticos que se conciencien y acepten su enfermedad desde el primer momento de su diagnóstico. Desde un principio es mejor poner todos los sentidos en cuidarse y quererse que esconderse a la realidad. «A los que somos golosos y tenemos diabetes nos puede parecer que no consumir pasteles, bebidas azucaradas, etc…, es renunciar a algo que nos apetece mucho, a algo muy importante para nosotros. Pero en realidad, cuando consumes mucho azúcar, a lo que estás renunciando es a la propia vida. No tiene ningún sentido renunciar a la vida».
Alberto dice que es muy consciente de cuando le sube o le baja la glucemia, que sabe interpretar perfectamente las señales que le da su cuerpo. Le pregunto si una hiper o una hipoglucemia le altera el tempo o la intensidad sonora de sus composiciones y que a tanto no llega.
La ópera, ¿es dulce o salada? ¿Sin azúcar para diabéticos y sin sal para hipertensos, o mejor, en esos casos consumirla tal cual y en pequeñas dosis?
Alberto contesta: «Hay que rendirse a la ópera, dejarse llevar, dejar que te penetre, ya sea dulce o salada, trágica o cómica, y nada de pequeñas dosis. La ópera no engorda, la ópera no te sube la glucemia o la presión. La ópera te sube la lívido, te llena de emociones y si, en el peor de los casos, algún día he de sufrir un coma diabético, ¡que sea con ópera!».
Jordi Roca, hacedor de postres
Jordi Roca, maestro pastelero y gran hacedor de postres del Celler de Can Roca, participa en este proyecto musical, elaborando un postre apto para diabéticos. No podía ser de otra manera. La creación gastronómica se llama «Cocco e Coccomero» (coco y sandía). La peculiaridad es que la receta de este manjar, muy bajo en azúcar, se constituye como letra en una de las arias, la que precisamente lleva el título de «Cocco e Coccomero». Una genialidad.
Jordi explica que cuando Alberto García le pidió crear un postre especial para la ópera La Staordinaria vita di Sugar Blood, no dudó ni un momento en acepatar el reto. Para elaborar «Coco e Coccomero» utilizó la fruta, con su propio contenido en azúcar, sin añadirle más, y un caramelo hecho a partir de isomalt (alaborado a partir de dos polioles: el glucomanitol y el glucosorbitol), que no altera en absoluto la glucemia en sangre. Es un ingrediente que se utiliza desde hace años en confitería para elaborar dulces con pocas calorías.

Aquí presentamos a «Cocco e Coccomero» (coco y sandía), el postre ideado y elaborado por Jordi Roca, apto para diabéticos. Se aprecian las diferentes texturas del coco y de la sandia, complementados con el caramelo de isomalt. Foto cedida por Jordi Roca. El Celler de Can Roca.
Jordi Roca nos asegura que un diabético, con sus limitaciones alimentarias, puede disfrutar de la extraordinaria experiencia de asistir a una sesión gastronómica en El Celler de Can Roca sin descompensarse demasiado. En El Celler, Si es necesario, y posible, se adaptan a las exigencias alimentarias de los comensales que les visitan. La gastronomía y la salud no deben estar reñidas.
Le pregunto a Jordi por las conexiones entre música y gastronomía. «Tienen un nexo común, en ambos casos se trata de disfrutar de los sentidos». Las notas de una pieza musical y las notas gustativas o de texturas de las creaciones gastronómicas fluyen armónicamente, provocando emociones extraordinarias.
El primer contacto de Jordi Roca con la ópera fue a través de una colaboración con Franc Aleu, en el proyecto «Sommi», donde los hermanos Roca idearon un menú pensado como si fuera una ópera: doce actos, doce platos. A partir de ese primer paso, vino el segundo, la elaboración de «Cocco e Coccomenro». ¿Cuál será el siguiente?
Este artículo se ha elaborado a tres bandas, a partir de las aportaciones de Cristina Pavarotti, Alberto Garcia Demestres y Jordi Roca. Gracias a los tres por vuestra colaboración. La música, la gastronomía y la salud necesitan de sinergias como la vuestra.
Alex Perez, elPiscolabis