La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad cerebral que causa problemas con la memoria, la forma de pensar y el carácter o la manera de comportarse. Esta enfermedad no es una parte normal del envejecimiento. La alimentación, como en muchas otras patologías, podría prevenir o ayudar a hacer más lento el avance de la enfermedad de Alzheimer.
Perla Kaliman es Doctora en Bioquímica. Actualmente, dirige un grupo de investigación en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IIBB-CSIC) dentro del área de Neurodegeneración y Envejecimiento. Es profesora en Nutrición y Salud de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) y es colaboradora del Center for Investigating Healthy Minds de la Universidad de Madison, Wisconsin. Combina su experiencia en biología celular y molecular y su interés en biomedicina preventiva en sus investigaciones sobre el impacto neuroinmunológico y epigenético de intervenciones no-farmacológicas basadas en estilo de vida, incluyendo el ejercicio físico, nutrición y la reducción del estrés.
La Dra. Kaliman ha tenido la gentileza de contestar a esta entrevista en el transcurso de uno de sus múltiples viajes, volviendo de Estocolmo hacia Barcelona. A los promotores de la salud que creemos en que el estilo de vida saludable es una gran «medicina», nos alegra muchísimo que hayan personas como tu, investigando en estos temas desde la evidencia científica más rigurosa. Gracias por tu trabajo, Perla.
¿Se ha asociado en algún caso el consumo de alimentos procesados, o de aditivos alimentarios, con la aparición de la enfermedad de Alzheimer?
Sí, por ejemplo hay estudios epidemiológicos que han asociado el consumo de un tipo de ácidos grasos llamados trans con un mayor riesgo de sufrir cardiopatías, trastornos metabólicos, y deterioro cognitivo. Todas estas patologías son factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer. Los ácidos grasos trans se encuentran en la margarina, las grasas o los aceites parcialmente hidrogenados, frituras, bollería y aceites de baja calidad. Las grasas trans se generan principalmente al procesar los alimentos a nivel industrial para incrementar la conservación y mejorar la textura de los productos elaborados. Este tipo de ácidos grasos también se puede formar como consecuencia del empleo de métodos de cocción a altas temperaturas como la fritura o el horneado prolongado.
¿Los alimentos denominados “ecológicos o biológicos” se pueden considerar más protectores frente a la aparición de la enfermedad de Alzheimer que los convencionales?
Es conveniente consumir productos procedentes de agricultura ecológica para evitar ingerir pesticidas, antibióticos, hormonas y toxinas. Es bueno comer la piel de las frutas y hortalizas ya que muchas sustancias neuroprotectoras se concentran allí. Pero cuando estos productos no son ecológicos lamentablemente es mejor pelarlos, ya que en la piel se acumulan los productos químicos y pesticidas que se utilizan en la agricultura convencional.
¿Qué alimento elegirías para consumir cada día por sus propiedades neuroprotectoras?
Esto es exactamente el tema del libro de divulgación científica Cocina para tu Mente que acabamos de publicar. En este libro describo los efectos de ciertos alimentos sobre le cerebro con una información respaldada por más de trescientas referencias científicas, la mayoría de ellas de los últimos 5 años. Esta lista de alimentos incluye, los arándanos, los boniatos y la patata azul, el chocolate muy negro (más de 70% en cacao), las crucíferas (brócoli, coles, etc), la cúrcuma, la granada, el jengibre, la remolacha, la soja (no transgénica), el té verde y las uvas rojas.
¿Cuál es la tendencia actual en investigación en relación a la nutrición y la enfermedad de Alzheimer? La nutrigenética y la nutrigenómica son campos de la ciencia que cada día tienen más relevancia. Seguir una dieta adecuada ¿puede tener alguna transcendencia en la aparición de la enfermedad de Alzheimer? ¿Según las últimas investigaciones, crees que puede esto afectar también a nuestros descendientes?
Para que el cerebro funcione adecuadamente necesita sustancias que provienen de los alimentos y que nuestro organismo no puede sintentizar por sí mismo. Se llaman por ello nutrientes esenciales y se trata de vitaminas, aminoácidos, grasas y también minerales. Hoy en día sabemos que una dieta pobre en algunas de estas sustancias, por ejemplo las vitaminas B6 y B12, el folato, los ácidos grasos omega-3 y el zinc, se asocia a un mayor riesgo de Alzheimer.
En cuanto a si la dieta de los padres puede afectar la salud de sus futuros hijos, esto es algo que se está comenzando a estudiar. Con respecto a la enfermedad de Alzheimer no tengo constancia de estudios que lo hayan demostrado. Pero por ejemplo sabemos que la obesidad materna durante el embarazo afecta la capacidad cognitiva (aprendizaje, memoria) de los hijos y que la desnutrición materna durante el embarazo se asocia a mayor riesgo de esquizofrenia en los hijos. La dieta y la exposición a tóxicos en los padres también influye en la salud metabólica y en la cognición de sus futuros hijos, según indican estudios muy recientes.
Cuando la enfermedad de Alzheimer ya está presente y manifiesta, ¿hay alguna opción de parar su progreso siguiendo una pauta de alimentación determinada o consumiendo algún alimento en concreto? Los familiares que asisten a los enfermos de Alzheimer, no deben descuidar su propia su salud. ¿Aconsejas alguna medida dietética en concreto para que los “cuidadores se cuiden” adecuadamente?
Actualmente nos hay ningún tipo de terapia que pueda detener el progreso de esta enfermedad. En realidad la enfermedad comienza más de una década antes de ser diagnosticada. Pero sí hay estudios que muestran que su evolución se puede retrasar, y que la alimentación puede ayudar a ello. Por ejemplo un consumo adecuado de ácidos grasos omega-3 en los estadios iniciales de la enfermedad podría tener un efecto de este tipo. Para los familiares de enfermos de Alzheimer y en general para todas las personas, es recomendable consumir a diario alimentos ricos en factores neuroprotectores como los que antes comenté.
Los polifenoles con efecto antioxidante, sobradamente reconocidos como agentes protectores frente a las enfermedades cardiovasculares, ¿tienen un efecto similar frente a la enfermedad de Alzheimer?
Así es, hay estudios que demuestran que los polifenoles de los arándanos, de la cúrcuma, del té verde, entre otros, tienen efectos protectores en modelos de enfermedad de Alzheimer.
La mielina, la sustancia que envuelve los axones de las neuronas y que al deteriorarse parece desencadenar la enfermedad de Alzheimer (ver aquí el estudio) tiene en el colesterol uno de sus principales componentes. ¿La grasas de la dieta y, en consecuencia, el perfil lipídico en sangre, puede tener cierta relación con el deterioro de la vaina de mielina?
Una peculiaridad del cerebro es que alrededor del 50% de su peso en seco son grasas. El tipo de lípidos que contienen las neuronas es decisivo para las funciones de cerebro, incluyendo la atención, la memoria y el aprendizaje. Se ha visto que en personas de más de 65 años, una ingesta alta de ácidos grasos saturados durante 4 a 6 años aumenta el riesgo de padecer deterioros de la capacidad de aprendizaje y memoria así como de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Estos y otros estudios indican que no es la grasa total sino el tipo de ácidos grasos consumidos lo que puede perjudicar o beneficiar la salud cerebral.
Uno de los ácidos grasos más abundante en la mielina es el ácido oleico (ácido graso monoinsaturado de la familia de los omega-9), principal componente del aceite de oliva, y también presente en las almendras, las nueces de Brasil y los aguacates.
¿El consumo de alcohol u otras sustancias tóxicas dañinas para las neuronas (tabaco, drogas psicotópicas,etc…) puede predisponer a la enfermedad de Alzheimer?
Efectivamente, son factores de riesgo, ya sea por promover un entorno proinflamatorio y prooxidativo en el cerebro o por afectar procesos enzimáticos específicos importantes para las funciones del cerebro.
¿Existe alguna relación entre el sedentarismo y la enfermedad de Alzheimer?
El sedentarismo es un factor de riesgo para la mayoría de las enfermedades crónicas, por ejemplo los trastornos metabólicos, la enfermedad cardiovascular y también la enfermedad de Alzheimer. El impacto positivo del ejercicio físico moderado sobre las funciones del cerebro y la enfermedad de Alzheimer es uno de los temas que estamos investigando en nuestro laboratorio.
¿Qué tipo de actividad física puede estar más indicada en una primera fase de la enfermedad de Alzheimer? ¿Y en una fase más avanzada?
Depende de cada paciente, es algo que los médicos deben evaluar. Pero en general el mejor tipo de ejercicio es el aeróbico moderado. Si la persona está en condiciones, caminar es siempre una buena opción.
La industria farmacéutica dedica muchos esfuerzos económicos a la investigación de la enfermedad de Alzheimer. En investigación no todo debería regirse por los beneficios que pueden generar a la industria. ¿Crees que se dedican suficientes recursos en los centros de investigación públicos para estudiar la relación entre alimentación y enfermedad de Alzheimer?
Hay mucho por estudiar en temas de nutrición y Alzheimer y se necesitan recursos. La situación de la ciencia en España en estos momentos es dramática y los recursos públicos que se dedican a la investigación son insuficientes.
Sin embargo hay otros aspectos a mejorar. Un problema grave es que el sistema médico presta muy poca atención a la nutrición y esto debería cambiar. Por otra parte cada persona tiene que tomar responsabilidad sobre su propia salud y cuidar su estilo de vida. La esperanza de vida actual es de unos 80 años y se puede llegar a esa edad en plena forma o en un estado de semidependencia o dependencia total. Nuestro estilo de vida puede inclinar la balanza hacia una u otra situación.
¿Si estuviera en tu mano, que cambiarías de la actual política en investigación subvencionada con recursos públicos?
Siguiendo con lo que te comentaba hace un momento, las enfermedades crónicas que actualmente son epidémicas como la diabetes, la obesidad, el Alzheimer, la depresión podrían prevenirse en un alto porcentaje con cambios sencillos de estilo de vida. Por ello, es muy importante impulsar la investigación en temas relacionados con la prevención y también estudiar más los mecanismos de acción y los efectos de la medicina complementaria. Esto es algo que en los Estados Unidos se promueve desde hace más de 15 años desde la creación de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
Según la OMS, el 86% de las demencias presentan sintomatología de la enfermedad de Alzheimer. El aumento de la esperanza de vida en los países desarrollados hace que se incremente el número de nuevos casos de esta enfermedad. La prevalencia de demencias en población mayor de 75 años está alrededor de un 20%. No tendríamos que hablar, más que de enfermedad, de un deterioro natural del cerebro? ¿Dónde se encuentra la frontera entre un proceso natural y una enfermedad?
El envejecimiento es el principal factor de riesgo de la enfermedad de Alzheimer pero de ninguna manera es el destino natural del cerebro. Existen factores genéticos que nos predisponen en mayor o menor medida a este tipo de enfermedades asociadas al envejecimiento. Es importante sin embargo ser conscientes de nuestro estilo de vida desde jóvenes para evitar añadir factores de riesgo que a largo plazo y sumados al envejecimiento pueden ser detonantes de una enfermedad neurodegenerativa.
Imagínate que eres médico. Soy un enfermo de Alzheimer y acudo a tu consulta recién diagnosticado: ¿qué es lo primero que me dirías?
Yo no soy médico pero como neurocientífica, a una persona en estadios iniciales de Alzheimer le diría: vigile su estilo de vida, haga ejercicio físico moderado, medite, estudie algo nuevo por ejemplo nociones de algún instrumento musical (no es importante el resultado sino el entrenamiento mental). Y sobre todo cuide algo que hace varias veces al día: qué alimentos come.
Sugiérenos una película para entender qué supone la enfermedad de Alzheimer.
El documental de Carles Bosch sobre Pasqual Maragall, “Bicicleta, cuchara, manzana”.
La Dra. Kaliman, con la colaboración del chef Miguel Aguilar, ha publicado un fantástico libro, Cocina para tu Mente, fruto de la fusión de la ciencia y la cocina con el objetivo de promover la salud del cerebro a través de una actividad tan cotidiana como es la alimentación. La propuesta es transmitir los conocimientos científicos más sólidos y vanguardistas sobre alimentación neuroprotectora en el marco lúdico de la cocina, para que sean asimilados con naturalidad y fluidez.
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Muchas gracias
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